
HAMBRE INSACIABLE
EL hambre no es algo nuevo, es un impulso humano vital que asegura nuestra supervivencia, lo que sí es nuevo es la disponibilidad y cantidad de productos procesados que tenemos ahora a nuestro alcance, llenos de químicos, azúcar, colorantes y aditivos trayéndonos consecuencias terribles a la salud.
El cuerpo por si solo tiene un mecanismo conocido como “compensación” que debería regular nuestra ingesta calórica, pero esta habilidad está casi pérdida ¿Cómo llegamos a este punto?
El hipotálamo es un área dentro del cerebro en forma de avellana, es lo más cercano que tenemos a un regulador y desempeña una variedad de funciones como control de hambre, temperatura corporal, apego parental, deseo sexual, sed, fatiga, sueño y ritmos circadianos. Una hormona en particular la leptina, afecta la habilidad del hipotálamo para controlar nuestra forma de comer.
La leptina es producida por las células grasas, hormona encargada de regular nuestra saciedad (entonces una persona con obesidad tiene más cantidad de leptina), cuando consumimos una gran cantidad de alimentos, el exceso que no quemamos rápidamente se va a nuestras células grasas. A medida que nuestras células grasas se llenan más, secretan más leptina. La leptina regresa al cerebro y le dice: basta de comer ¡busca una actividad para utilizar toda esta energía!, entonces ¿por qué toda la leptina se queda en el torrente sanguíneo y la señal de saciedad nunca llega a mi cerebro?
El termino se conoce como resistencia a la leptina, el cerebro no registra la leptina circulante ya que el exceso de azúcar y harina han aumentado drásticamente los niveles de insulina en el cuerpo y ésta bloquea la señal de la leptina en el hipotálamo y en el tronco encefálico, la parte más primitiva de nuestro cerebro no recibe la señal hormonal de que estamos llenos, que ya hemos consumido una adecuada cantidad de comida, por lo tanto nuestro cerebro está convencido de que en ese momento nos morimos de hambre, así que seguimos comiendo y mirando televisión mientras seguimos la instrucción de seguir comiendo inconscientemente.
Por lo tanto el llevar una mala alimentación afecta el cómo te ves por afuera y cómo te sientes pero va más allá de estar obeso, no solo te predispone a contraer enfermedades crónico degenerativas, afecta tu química cerebral, hormonas, ADN, la forma en que se comunican tus células, destruye por completo tu sistema de hambre-saciedad.
Una buena alimentación balanceada es capaz de llevar de nuevo a tu cerebro por el buen camino, acompañada de actividad física y buenos hábitos.
“El cuerpo y la mente son universos paralelos, todo lo que sucede en uno deja sus huellas en el otro”
-Deepak Chopra
Nuestros antepasados pasaban largos periodos con escases de comida, nuestro cuerpo se adaptaba rápidamente a ello reduciendo nuestro metabolismo basal y funciones para sobrevivir, en ausencia de alimento el cuerpo funcionaba con la glucosa almacenada hasta por 3 días para que después le hígado comenzara a descomponer los depósitos de grasa y músculo para conseguir energía. El cuerpo es capaz de adaptarse a un déficit calórico, más no es bueno adaptándose a un consumo de excesivo de calorías, en ninguna etapa de la evolución el humano tuvo que lidiar con esto hasta ahora.